JUMER en el mundo

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Pastoral Juvenil Vocacional

La JUMER, se encuentra en muchos países donde la Congregación ejerce su acción misionera. La Jumer comparte nuestra espiritualidad y desde su compromiso con la misión redentora, colabora para que el espíritu que nos legó el P. Zegrí mantenga su actualidad en la historia y su sueño de curar todas las llagas, remediar todos los males… Se haga realidad en los ambientes de nuestra sociedad a través de ellos.

El trabajo con los jóvenes es todo un reto de creatividad para hacerles partícipes de la Buena Noticia. Para nosotras, acompañantes no deja de ser una invitación a la conversión pastoral a la que nos está invitando el Papa Francisco, y a la esperanza que se apoya en la experiencia de fe de nuestro Fundador, creer en la juventud para lanzar un proyecto a favor de la humanidad.

Es nuestra preocupación ofrecer a los jóvenes, de nuestros centros educativos y parroquias, un proyecto de vida alternativo que consiste en, formarlos y acompañarlos desde los valores evangélicos y carismáticos de la Congregación, para que puedan comprometerse desde su adolescencia y juventud, con el proyecto redentor del Padre y descubrir la vocación a la que Dios les llama.

La Evangelización nos impulsa a un trabajo serio en la pastoral vocacional. Esta pastoral ayuda a los jóvenes a descubrir a Dios y a estar atentos a sus llamadas. Jesús les dijo: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.” En la medida en que vivamos auténticamente nuestra Consagración suscitaremos en ellos el deseo del seguimiento de Jesús (Const. 89).

En la Congregación la PJV se realiza desde las mismas Comunidades porque entiende que ella debe ser:

  • Animada por toda la comunidad religiosa
  • Dinámica y entusiasta
  • Experiencial “Venid y lo veréis”
  • Cristocéntrica
  • Mariana
  • Sistemática, con capacidad de engendrar procesos de fe
  • Misionera
  • Encarnada
  • Alegre y comprometida
  • Que abra caminos de discernimiento vocacional
  • Que ofrezca la experiencia de Dios y el carisma

En cuanto a las siglas, PJV significa:

Pastoral: Acciones organizadas para evangelizar, misión a la cual está llamada toda la Iglesia y razón de su existencia.

Juvenil: La evangelización es para toda humanidad pero cada etapa de la vida é diferente. La Iglesia tiene una grande preocupación por los jóvenes, siendo la pastoral juvenil una prioridad.

Vocacional: Es la específica y compleja actividad de la Iglesia por la que en íntima unión con la pastoral general se compromete en la tarea de suscitar, acoger, acompañar y proporcionar una adecuada formación a las vocaciones para que cada cristiano/a pueda optar con madurez y libertad, por una forma específica de seguimiento de Jesús, según la voluntad de Dios sobre su vida. Dicho de otra forma;

Pastoral juvenil vocacional en la Congregación

“La pastoral vocacional es la vocación de toda pastoral, por eso debe estar presente en todos los campos y sectores de todas las pastorales, para situar al creyente ante la propuesta de Dios y estar atento a sus muchas llamadas para responderle” (Nuevas vocaciones para una nueva Europa, pág.84).

En la Congregación la PJV se realiza desde las mismas Comunidades.

La Comunidad religiosa expresión de la fraternidad evangélica constituye una dimensión esencial de la pastoral vocacional. De ahí su responsabilidad de ser signo y testimonio para un despertar de vocaciones. Por tanto abrimos nuestras comunidades a los jóvenes para compartir momentos de relación humana de fe con ellos, (…).

Las hermanas Mercedaras de la Caridad, sabemos que la relación personal con el/la joven es insubstituible, por eso optamos por una pastoral de presencia y de encuentro.

“Los jóvenes son para la Iglesia un don especial de Dios. No tienen miedo al sacrificio, sino a una vida sin sentido. Son sensibles a la llamada de Cristo que les invita a seguirle. Pueden responder a esa llamada como sacerdotes, como consagrados y consagradas o como padres o madres de familia dedicados totalmente a servir a sus con todo su tiempo y capacidad de entrega, con su vida entera” (Documento de Aparecida).

Nuestros Capítulos generales optaran y a la vez ratificaran el acompañamiento a los adolescentes y jóvenes, entendiendo que tienen la capacidad para hacer realidad nuestro carisma y a la vez ser evangelizadores, a los cuales hay que formar (Cf. DC XVII pág. 292).

Necesitamos estar atentas a la renovación pastoral, al estilo de nuestro Fundador que creyó en la juventud y confió en ella depositando el proyecto de la caridad redentora para ser vivido por cuantos jóvenes se sientan invitados a ser merced de Dios en la sociedad.

Se nos pide en nuestra pastoral juvenil superar la concepción reduccionista de la pastoral vocacional, que se preocupa sólo de buscar jóvenes para la vida religiosa o sacerdotal, y nos invita a estructurar una pastoral más abierta para que cada joven pueda descubrir y seguir responsablemente su propia vocación. El gran desafío de nuestra Pastoral es generar, en los ambientes donde trabajamos una verdadera cultura vocacional, es decir, un modo de concebir la vida como don gratuito y compromiso de servicio y de entrega por amor.

En esta tarea, hermanas y laicos somos todos/as responsables.

Caminar con los Jóvenes

Tomando algunos párrafos del documento preparatorio de la XV Asamblea general ordinaria de los Obispos. “Los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional”.

Acompañar a los jóvenes exige salir de los propios esquemas pre confeccionados, encontrándolos allí donde están, adecuándose a sus tiempos y a sus ritmos; significa también tomarlos en serio en su dificultad para descifrar la realidad en la que viven y para transformar un anuncio recibido en gestos y palabras, en el esfuerzo cotidiano por construir la propia historia y en la búsqueda más o menos consciente de un sentido para sus vidas.

Los ámbitos específicos de la pastoral

La Iglesia ofrece a los jóvenes lugares específicos de encuentro y de formación cultural, de educación y de evangelización, de celebración y de servicio, colocándose en primera línea para dar una acogida abierta a todos y a cada uno. El desafío para estos lugares y para quienes los animan es proceder cada vez más en la lógica de la construcción de una red integrada de propuestas, y asumir en el proprio modo de obrar el estilo de salir, ver y llamar.

A nivel mundial destacan las Jornadas Mundiales de la Juventud. También Conferencias Episcopales y Diócesis sienten cada vez más su deber de ofrecer eventos y experiencias específicas para los jóvenes.

Las Parroquias ofrecen espacios, actividades, tiempo e itinerarios para las jóvenes generaciones. La vida sacramental ofrece ocasiones fundamentales para crecer en la capacidad de acoger el don de Dios en la propia existencia e invita a la participación activa en la misión eclesial. Un signo de la atención al mundo de los jóvenes son los centros juveniles y los oratorios.

Las universidades y las escuelas católicas, con su valioso servicio cultural y formativo, son otro instrumento de presencia de la Iglesia entre los jóvenes.

Las actividades sociales y de voluntariado ofrecen la oportunidad de implicarse en el servicio generoso; el encuentro con personas que experimentan pobreza y exclusión puede ser una ocasión favorable de crecimiento espiritual y de discernimiento vocacional: también desde este punto de vista los pobres son maestros, mejor dicho, portadores de la buena noticia de que la fragilidad es el lugar donde se vive la experiencia de la salvación.

Las asociaciones y los movimientos eclesiales, pero también muchos lugares de espiritualidad, ofrecen a los jóvenes serios itinerarios de discernimiento; las experiencias misioneras se convierten en momentos de servicio generoso y de intercambio fecundo; el redescubrimiento de la peregrinación como forma y estilo de camino resulta válido y prometedor; en muchos contextos la experiencia de la piedad popular sostiene y nutre la fe de los jóvenes.

Ocupan un lugar de importancia estratégica los seminarios y las casas de formación, que también a través de una intensa vida comunitaria, deben permitir a los jóvenes que acogen vivir la experiencia que les hará a su vez ser capaces de acompañar a otros.

El mundo digital

Por las razones ya recordadas, merece una mención particular el mundo de los new media, que sobre todo para las jóvenes generaciones se ha convertido realmente en un lugar de vida; ofrece muchas oportunidades inéditas, especialmente en lo que se refiere al acceso a la información y a la construcción de relaciones a distancia, pero también presenta riesgos (por ejemplo el cibera coso, los juegos de azar, la pornografía, las insidias de los chat room, la manipulación ideológica, etc.). Pese a las muchas diferencias entre las distintas regiones, la comunidad cristiana continúa construyendo su presencia en este nuevo areópago, donde los jóvenes tienen sin duda algo que enseñarle.

Los lenguajes de la pastoral

A veces nos damos cuenta que entre el lenguaje eclesial y el de los jóvenes se abre un espacio difícil de colmar, aunque hay muchas experiencias de encuentro fecundo entre las sensibilidades de los jóvenes y las propuestas de la Iglesia en ámbito bíblico, litúrgico, artístico, catequético y mediático. Soñamos con una Iglesia que sepa dejar espacios al mundo juvenil y a sus lenguajes, apreciando y valorando la creatividad y los talentos. En particular, reconocemos en el deporte un recurso educativo con grandes oportunidades, y en la música y en las otras expresiones artísticas un lenguaje expresivo privilegiado que acompaña el camino de crecimiento de los jóvenes.

El cuidado educativo y los itinerarios de evangelización

En la acción pastoral con los jóvenes, donde es necesario poner en marcha procesos más que ocupar espacios, descubrimos, en primer lugar, la importancia del servicio al crecimiento humano de cada uno y de los instrumentos pedagógicos y formativos que pueden sostenerlo. Entre evangelización y educación se constata una fecunda relación genética que, en la realidad contemporánea, debe tener en cuenta la gradualidad de los caminos de maduración de la libertad.

Respecto al pasado debemos acostumbrarnos a itinerarios de acercamiento a la fe cada vez menos estandarizados y más atentos a las características personales de cada uno: junto a los que continúan siguiendo las etapas tradicionales de la iniciación cristiana, muchos llegan al encuentro con el Señor y con la comunidad de los creyentes por otra vía y en edad más avanzada, por ejemplo a partir de la práctica de un compromiso con la justicia, o del encuentro en ámbitos extra eclesiales con alguien capaz de ser testigo creíble. El desafío para las comunidades es resultar acogedoras para todos, siguiendo a Jesús que sabía hablar con judíos y samaritanos, con paganos de cultura griega y ocupantes romanos, comprendiendo el deseo profundo de cada uno de ellos.

Silencio, contemplación y oración

Por último, y sobre todo, no hay discernimiento sin cultivar la familiaridad con el Señor y el diálogo con su Palabra. En particular, la Lectio Divina es un método valioso que la tradición de la Iglesia nos ofrece. En una sociedad cada vez más ruidosa, que propone una superabundancia de estímulos, un objetivo fundamental de la pastoral juvenil vocacional es ofrecer ocasiones para saborear el valor del silencio y de la contemplación y formar en la relectura de las propias experiencias y en la escucha de la conciencia.

La juventud mercedaria (JUMER) comparte nuestra espiritualidad y desde su compromiso con la misión redentora, colabora para que el espíritu que nos legó el P.Zegrí mantenga su actualidad en la historia y su sueño de curar todas las llagas, remediar todos los males… Se haga realidad en los ambientes de nuestra sociedad a través de ellos.

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